Entrevista a Mirta Colangelo
EdeLIJ dialoga con Mirta Colangelo (*),
el hada de los susurradores...
.
Una experiencia poética para no perdérsela y para perderse en ella…
Por Silvina Juri
.
"¿Qué sabe el poema?"
¿Qué se sabe?
Del poema, nada. Llega, tiembla
y raspa un fósforo apagado.
¿Se ve algo? Nada. Tiende una
mano para aferrar
las olitas del tiempo que pasan
por la voz de un jilguero. ¿Qué
agarró? Nada. La
ave se fue a lo no sonado
en un cuarto que gira sin
recordación ni espérames.
Hay muchos nombres en la lluvia.
¿Qué sabe el poema? Nada.
Del poema, nada. Llega, tiembla
y raspa un fósforo apagado.
¿Se ve algo? Nada. Tiende una
mano para aferrar
las olitas del tiempo que pasan
por la voz de un jilguero. ¿Qué
agarró? Nada. La
ave se fue a lo no sonado
en un cuarto que gira sin
recordación ni espérames.
Hay muchos nombres en la lluvia.
¿Qué sabe el poema? Nada.
Juan Gelman (Mundar)
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EdeLIJ (E): -¿Mirta cuéntanos dónde nace la idea de susurrar y cómo comenzaste a implementarla?
Mirta (M): -En agosto del año 2007 mi entrañable amigo, el artista Juan Lima, me contó acerca de un grupo francés; Les souffleurs, que desde el año 2001, pensando en desacelerar la locura del mundo, salieron a susurrar poesía en ámbitos académicos de París. El grupo, que popularizó este gesto llegando a susurrar entre cientos de personas por todo el mundo, está conformado por poetas, artistas plásticos, músicos. Ellos se visten de negro y esgrimiendo largos tubos de cartón o de fibra, a veces con sombreros o paraguas también negros, susurran pequeños textos poéticos al oído a través de esos tubos.
La idea me pareció fascinante así es que a partir de fines de ese invierno empecé yo también a susurrar. Dado que coordino talleres de poesía en Bahía Blanca, ciudad donde vivo, y en todo el país, decidí acercar la idea a otras personas. Fundamentalmente a docentes de todos los niveles, a bibliotecarios y animadores de lectura. En muchos de los viajes llevé susurradores de regalo.
La primera vez que susurré fue en la apertura de una muestra en el Museo de Arte Contemporáneo de Bahía Blanca. Pinté de negro un tubo de cartón de 1,60m aproximadamente y yo también, vestida de negro, le susurré a unas sesenta personas.
Cuando salí a la calle estaba muy conmovida. Los perfiles de los rostros de la gente a la que había susurrado me confirmaban el poder formidable de la poesía. Denotaban emoción, se distendían, se encendían.
Durante la semana siguiente recibí doce correos agradeciéndome el gesto.
Y esto mismo le sucede, porque recibo numerosos comentarios y crónicas al respecto, a quienes están susurrando por el país.
Y por citar a algunos: Celeste Agüero fervorosa muchacha multipicadora de intervenciones poéticas por el país y el equipo del CEDILIJ de Córdoba, Daniela Azulay, Florencia Scorpa, Mary Pintos, Angeles Larcade Posse y el grupo de La Chispa en Buenos Aires, Liliana Quillay y la gente de La Cachilo en Rosario. Gabriela Pesclevi y los creadores de La grieta que les agregaron rostros a los susurradores, en La Plata. Muchos grupos de Bahía Blanca y especialmente Sabrina Funk y los chicos de la Biblioteca Pan y rosas. El poeta Silvio Tejada y escritores y jóvenes de Santa Rosa quienes no sólo susurran sino que agregan altavoces en las intervenciones para que los poemas puedan ser escuchados en gradaciones de sonido. Docentes y pibes de Conesa y del Instituto María Auxiliadora de Comodoro Rivadavia, Analía Rocha y Verónica Tonelli de San Nicolás. Verónica, que es artista plástica me está construyendo susurradores que son obras artísticas, destinados a poetas muy amados. Rosa Ruiz Huidobro y Alicia Colosimo, ambas de Luján de Cuyo. Y sé que también ustedes, desde EdeLIJ, están compartiendo fervorosamente la experiencia en Mendoza.
Estoy llevando un registro y mi deseo es poder publicarlo agregando las imágenes maravillosas que estoy recibiendo.
E: -Cuéntanos algunas experiencias con los susurradores? (reacciones y respuesta de la gente, chicos y grandes…)
M: -Las experiencias vividas a través de estos más de dos años son muchas. Las anécdotas, riquísimas. En general la gente acepta la invitación de ser susurrado. Muy pocos la rechazan. Los niños se entusiasman. Suelen pedir más de un texto. Yo he susurrado en escuelas, en jardines, en ferias y mercados; a los taxistas, a músicos callejeros, en hospitales y a tantos más.
Hemos hecho intervenciones poéticas en las que participaron grupos numerosos. En el Seminario internacional de Literatura Infantil y Juvenil llevado a cabo en octubre de 2008 en el Complejo La Plaza de Buenos Aires, a través del programa Placer de leer de la Fundación CyA éramos unas 50 las susurradoras.
E: -¡Sí, allí estuvimos susurrando!
Mirta (M): -En agosto del año 2007 mi entrañable amigo, el artista Juan Lima, me contó acerca de un grupo francés; Les souffleurs, que desde el año 2001, pensando en desacelerar la locura del mundo, salieron a susurrar poesía en ámbitos académicos de París. El grupo, que popularizó este gesto llegando a susurrar entre cientos de personas por todo el mundo, está conformado por poetas, artistas plásticos, músicos. Ellos se visten de negro y esgrimiendo largos tubos de cartón o de fibra, a veces con sombreros o paraguas también negros, susurran pequeños textos poéticos al oído a través de esos tubos.
La idea me pareció fascinante así es que a partir de fines de ese invierno empecé yo también a susurrar. Dado que coordino talleres de poesía en Bahía Blanca, ciudad donde vivo, y en todo el país, decidí acercar la idea a otras personas. Fundamentalmente a docentes de todos los niveles, a bibliotecarios y animadores de lectura. En muchos de los viajes llevé susurradores de regalo.
La primera vez que susurré fue en la apertura de una muestra en el Museo de Arte Contemporáneo de Bahía Blanca. Pinté de negro un tubo de cartón de 1,60m aproximadamente y yo también, vestida de negro, le susurré a unas sesenta personas.
Cuando salí a la calle estaba muy conmovida. Los perfiles de los rostros de la gente a la que había susurrado me confirmaban el poder formidable de la poesía. Denotaban emoción, se distendían, se encendían.
Durante la semana siguiente recibí doce correos agradeciéndome el gesto.
Y esto mismo le sucede, porque recibo numerosos comentarios y crónicas al respecto, a quienes están susurrando por el país.
Y por citar a algunos: Celeste Agüero fervorosa muchacha multipicadora de intervenciones poéticas por el país y el equipo del CEDILIJ de Córdoba, Daniela Azulay, Florencia Scorpa, Mary Pintos, Angeles Larcade Posse y el grupo de La Chispa en Buenos Aires, Liliana Quillay y la gente de La Cachilo en Rosario. Gabriela Pesclevi y los creadores de La grieta que les agregaron rostros a los susurradores, en La Plata. Muchos grupos de Bahía Blanca y especialmente Sabrina Funk y los chicos de la Biblioteca Pan y rosas. El poeta Silvio Tejada y escritores y jóvenes de Santa Rosa quienes no sólo susurran sino que agregan altavoces en las intervenciones para que los poemas puedan ser escuchados en gradaciones de sonido. Docentes y pibes de Conesa y del Instituto María Auxiliadora de Comodoro Rivadavia, Analía Rocha y Verónica Tonelli de San Nicolás. Verónica, que es artista plástica me está construyendo susurradores que son obras artísticas, destinados a poetas muy amados. Rosa Ruiz Huidobro y Alicia Colosimo, ambas de Luján de Cuyo. Y sé que también ustedes, desde EdeLIJ, están compartiendo fervorosamente la experiencia en Mendoza.
Estoy llevando un registro y mi deseo es poder publicarlo agregando las imágenes maravillosas que estoy recibiendo.
E: -Cuéntanos algunas experiencias con los susurradores? (reacciones y respuesta de la gente, chicos y grandes…)
M: -Las experiencias vividas a través de estos más de dos años son muchas. Las anécdotas, riquísimas. En general la gente acepta la invitación de ser susurrado. Muy pocos la rechazan. Los niños se entusiasman. Suelen pedir más de un texto. Yo he susurrado en escuelas, en jardines, en ferias y mercados; a los taxistas, a músicos callejeros, en hospitales y a tantos más.
Hemos hecho intervenciones poéticas en las que participaron grupos numerosos. En el Seminario internacional de Literatura Infantil y Juvenil llevado a cabo en octubre de 2008 en el Complejo La Plaza de Buenos Aires, a través del programa Placer de leer de la Fundación CyA éramos unas 50 las susurradoras.
E: -¡Sí, allí estuvimos susurrando!
(Mostramos una foto de esos días compartidos, en donde se destaca la militante principal de los susurradores en Argentina, Mirta Colangelo, con boina negra…)
E: -Retomemos las experiencias con los susurradores…
M: -Sí, otro tanto fue en el cierre de un taller que coordiné en Comodoro Rivadavia. Salimos a la calle con un viento que soplaba a más de 60 km y susurramos en negocios y al aire libre. Hace unos meses en la Muestra Ambulante que organizó el grupo La grieta de La Plata, cerca de 50 participantes, después de armar coloridos susurradores, recorrimos, hasta bajo la lluvia, las calles de la ciudad, regalando poesía…
E: -¿Y alguna anécdota que recuerdes particularmente?
M: -Una de las anécdotas que más recuerdo sucedió cuando regresando de uno de mis viajes de trabajo tomé un taxi rumbo a la terminal de ómnibus de Retiro. Era cerca de medianoche y el conductor, un hombre bastante mayor, andaba de mal humor. Me decía que tenía que seguir trabajando a pesar de que ya era tan tarde, que su mujer estaría acostada y tanto más. Yo lo escuchaba y me daban ganas de susurrarle algo. Claro que pensaba que mi susurrador pintado de negro podría intimidarlo. Pero como la cantinela seguía, estando detenidos en un semáforo, me decidí y esgrimiendo el susurrador lo invité a que escuchara una vieja copla. Para decírsela a su mujer, le dije. La copla era ésta:
M: -Sí, otro tanto fue en el cierre de un taller que coordiné en Comodoro Rivadavia. Salimos a la calle con un viento que soplaba a más de 60 km y susurramos en negocios y al aire libre. Hace unos meses en la Muestra Ambulante que organizó el grupo La grieta de La Plata, cerca de 50 participantes, después de armar coloridos susurradores, recorrimos, hasta bajo la lluvia, las calles de la ciudad, regalando poesía…
E: -¿Y alguna anécdota que recuerdes particularmente?
M: -Una de las anécdotas que más recuerdo sucedió cuando regresando de uno de mis viajes de trabajo tomé un taxi rumbo a la terminal de ómnibus de Retiro. Era cerca de medianoche y el conductor, un hombre bastante mayor, andaba de mal humor. Me decía que tenía que seguir trabajando a pesar de que ya era tan tarde, que su mujer estaría acostada y tanto más. Yo lo escuchaba y me daban ganas de susurrarle algo. Claro que pensaba que mi susurrador pintado de negro podría intimidarlo. Pero como la cantinela seguía, estando detenidos en un semáforo, me decidí y esgrimiendo el susurrador lo invité a que escuchara una vieja copla. Para decírsela a su mujer, le dije. La copla era ésta:
Pan es pan
queso es queso
no hay amor
si no hay un beso
queso es queso
no hay amor
si no hay un beso
Al hombre le cambió la cara; sonrió agradecido. Cuando paramos en el otro semáforo sacó una libretita de la guantera y me pidió que le repitiera la copla porque quería copiarla. Y la copió.
Al llegar a la terminal me ayudó con la valija de libros y hasta me tendió la mano en un saludo cordial. La poesía lo habitaba.
E: -¿Cuál es la esencia de esta práctica y por qué la crees fundamental?
M:-Por tantas razones… Aproximo alguna. A través del susurro, en esa ceremonia íntima personal que sucede ente dos personas lo que se trasmite es poesía. Inasible, indefinible, la poesía es sin dudas un modo de conocimiento que elige o permite una manera de aproximación oblicua hacia lo que convenimos en llamar mundo. Se opone a las demostraciones, desconfía del razonamiento; las explicaciones que se dan no la manifiestan, sorprende, trastoca, provoca, seduce, enamora. En la poesía las palabras se iluminan, destellan, llamean…
La poesía busca el revés de las cosas, lo oculto, la ambivalencia. Está emparentada con lo abierto, con la posibilidad. Entonces susurrar poesía es algo así como lo que dice Emily Dickinson en este poema:
Al llegar a la terminal me ayudó con la valija de libros y hasta me tendió la mano en un saludo cordial. La poesía lo habitaba.
E: -¿Cuál es la esencia de esta práctica y por qué la crees fundamental?
M:-Por tantas razones… Aproximo alguna. A través del susurro, en esa ceremonia íntima personal que sucede ente dos personas lo que se trasmite es poesía. Inasible, indefinible, la poesía es sin dudas un modo de conocimiento que elige o permite una manera de aproximación oblicua hacia lo que convenimos en llamar mundo. Se opone a las demostraciones, desconfía del razonamiento; las explicaciones que se dan no la manifiestan, sorprende, trastoca, provoca, seduce, enamora. En la poesía las palabras se iluminan, destellan, llamean…
La poesía busca el revés de las cosas, lo oculto, la ambivalencia. Está emparentada con lo abierto, con la posibilidad. Entonces susurrar poesía es algo así como lo que dice Emily Dickinson en este poema:
Habito la posibilidad
una casa más bella que la prosa
más numerosa en ventanas
superior en puertas
E: -Sabemos que la acción de susurrar es -de alguna manera- la pretensión de ralentizar el tiempo, una irrupción poética que nos invita a detenernos un instante en este apresurado mundo para gozar de la palabra…¿podrías completar esta concepción?
M:-La poesía, recupera la valorización del silencio. Se puede también decir que es, ese algo misterioso que está entre la palabra y el silencio. En esa pretensión de ralentizar el tiempo en el acto de detenerse unos instantes para escuchar un pequeño texto poético, acto en el que también se da cabida al silencio, creo que reside el valor del susurro.
E: -¿Escogés un susurro para cada destinatario, qué te hace decidir uno y no otro?
M: -Como tengo una genuina convicción acerca del poder de lo poético es que recuerdo de memoria un vasto repertorio de textos. Siento, como leí que sentía Dylan Thomas, un enamoramiento por algunos poemas; y entonces puedo recordarlos. De ahí que elijo distintos textos para susurrar, casi intuitivamente, y lo maravilloso es que resulta casi mágico porque la gente suele comentar que ése era el poema que andaba necesitando.
E: -Mirta, desde que tuvimos el placer de conocerte y nos transferiste esta maravillosa práctica, la hemos reproducido en los ámbitos donde nos movemos, y ello ha implicado una recepción inmediata, sean adultos mediadores, jóvenes o pequeños. Muchas veces nos dicen: “es justo lo que me hacía falta” y quedan transformados por la palabra… “me llegó directo al alma” dicen otros… Así es que agradecemos tu accionar, tu arte y la inagotable antología que guardas en tu memoria/corazón para regalarla a otros. Gracias!
M:-Yo celebro lo que ustedes están haciendo y comparto lo que sienten. Animarse a intervenir un espacio público susurrando confirma el concepto de que la lectura es también poner a prueba el cuerpo en una doble relación; con uno mismo y con los demás. Y que al establecer un vínculo lúdico entre el que susurra y el que es susurrado, la posibilidad de llegada aumenta, genera placer y enciende el deseo de tomar contacto con otros textos poéticos.
E: -Y para acabar/continuar…-¿Nos regalás un susurro?
M:Un amor más allá del amor
por encima del rito del vínculo,
más allá del juego siniestro
de la soledad y la compañía.
Un amor no sometido
a los fogonazos de ir y de volver,
de estar despiertos o dormidos,
de llamar o de callar.
Un amor para estar juntos
o para no estarlo,
pero también para todas las posiciones intermedias.
Roberto Juarroz
M:-La poesía, recupera la valorización del silencio. Se puede también decir que es, ese algo misterioso que está entre la palabra y el silencio. En esa pretensión de ralentizar el tiempo en el acto de detenerse unos instantes para escuchar un pequeño texto poético, acto en el que también se da cabida al silencio, creo que reside el valor del susurro.
E: -¿Escogés un susurro para cada destinatario, qué te hace decidir uno y no otro?
M: -Como tengo una genuina convicción acerca del poder de lo poético es que recuerdo de memoria un vasto repertorio de textos. Siento, como leí que sentía Dylan Thomas, un enamoramiento por algunos poemas; y entonces puedo recordarlos. De ahí que elijo distintos textos para susurrar, casi intuitivamente, y lo maravilloso es que resulta casi mágico porque la gente suele comentar que ése era el poema que andaba necesitando.
E: -Mirta, desde que tuvimos el placer de conocerte y nos transferiste esta maravillosa práctica, la hemos reproducido en los ámbitos donde nos movemos, y ello ha implicado una recepción inmediata, sean adultos mediadores, jóvenes o pequeños. Muchas veces nos dicen: “es justo lo que me hacía falta” y quedan transformados por la palabra… “me llegó directo al alma” dicen otros… Así es que agradecemos tu accionar, tu arte y la inagotable antología que guardas en tu memoria/corazón para regalarla a otros. Gracias!
M:-Yo celebro lo que ustedes están haciendo y comparto lo que sienten. Animarse a intervenir un espacio público susurrando confirma el concepto de que la lectura es también poner a prueba el cuerpo en una doble relación; con uno mismo y con los demás. Y que al establecer un vínculo lúdico entre el que susurra y el que es susurrado, la posibilidad de llegada aumenta, genera placer y enciende el deseo de tomar contacto con otros textos poéticos.
E: -Y para acabar/continuar…-¿Nos regalás un susurro?
M:Un amor más allá del amor
por encima del rito del vínculo,
más allá del juego siniestro
de la soledad y la compañía.
Un amor no sometido
a los fogonazos de ir y de volver,
de estar despiertos o dormidos,
de llamar o de callar.
Un amor para estar juntos
o para no estarlo,
pero también para todas las posiciones intermedias.
Roberto Juarroz
- (*) Mirta Colángelo (voxvioleta@speedy.com.ar) es educadora por el arte. Nació en Buenos Aires. Se especializó en Literatura infantil y juvenil. Es narradora oral y coordinadora de talleres de lectura y escritura creativa. Jefa de redacción de la Revista VOX recibió, entre otros, el premio Pregonero a Especialista –año 2000, Fundación El Libro. Es coautora de “Los nuevos caminos de la expresión” (Colihue 1990), “Artepalabra” Edit. Lugar 2007 y numerosos artículos de su especialidad.
Preparando Susurradores en el Taller de Arte en Viedma.
Inspirados en las ideas de Mirta Colángelo
Los padres participaron.
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