ARTICULOS


PREGUNTAS A LA MAESTRA “PALABRERA”
La escritora Laura Devetach abrió las jornadas del III Encuentro Iberoamericano de Bibliotecas Escolares que se realizaron en el Espacio Memoria y Derechos Humanos (Ex ESMA). Unos minutos antes, conversó con nosotros. 

-Primero quisiéramos preguntarte ¿cómo te sentís en este espacio?
-Es una pregunta difícil. A este espacio he ido entrando gradualmente porque primero me acongojaba mucho. Para colmo lo conocí cerca de la fecha del fallecimiento de mi esposo (se refiere al escritor Gustavo Roldán) entonces se me había convertido en algo pesado. Pero después, cuando vi lo que pasaba, los colores, los libros, las cosas que se construyen más allá de los edificios, fui sintiendo distinto. Ahora me parece un lugar espléndido para desplegar la cultura.
-Hace poco se reeditó un libro tuyo que fue fundante en cuanto a la comunicación con los chicos y a la reflexión con uno mismo como fue “Oficio de palabrera” (reeditado por editorial Comunicarte), ¿Cómo pensás que puede leerse e interpretarse ahora?
-Por lo que yo sé, está vigente. Por eso mismo accedí a que se volviera a publicar. Hicimos algunos retoques con mi compañera y “cuate” de Córdoba, Lucía Robledo. Justamente, ella hizo un prólogo muy interesante que tiene que ver con la Córdoba de esos momentos. Y bueno, después salió “La construcción del camino lector” que de alguna manera es una profundización de algunos de los temas que toca “Oficio de palabrera”.
-Después de tanto pensar y repensar la literatura para chicos, ¿qué opinión tenés de la literatura infantil actual?
-Creo que ha habido un gran cambio. No siempre para bien, porque soy de las que le buscan el pelo al huevo (risas). Quiero decir: creo que hay una cantidad importante de producción y muchas obras muy auténticas que han tomado temas como la muerte, el miedo, la memoria.
Pero como siempre en el arte hay dos caminos: está el camino de la afectividad y la comunicación, y está el camino comercial. Entonces, hay editores que piden esos temas más comerciales y autores que les responden y no siempre tienen adentro el tema del que tienen que escribir. Y se escribe de adentro para afuera. No al revés. Por eso es que últimamente se ve que hay mucho “fabricado”. Y se nota. Pero por suerte, hay muchas otras cosas, muy buenas también.
¿Por dónde anda Laura Devetach, escritora, con sus proyectos?
No sé por dónde anda (ríe). Bueno, voy a dar una metáfora doméstica: estoy como metida en una licuadora.
Me urge una necesidad de ordenar toda la producción mía y la de Gustavo porque entre los dos tenemos muchos libros. Y eso implica tratar con las editoriales, que es una tarea agobiante porque yo veo un número y cierro los ojos. Yo soy de las palabras.
Pero después, como siempre, y cuando ya no doy más y como escape, sale algo. A veces lo escribo y a veces, como me suele suceder muy a menudo, se me ocurre algo ya armado y me olvido de anotarlo. Entonces se voló. No lo sé, quizás algún día vuelve.  
-Por último, quisiéramos pedirte un mensaje para quienes participamos del Plan Nacional de Lectura.
- Claro que sí. Además yo participé del primer Plan de Lectura, en el que empezamos 15 personas y terminamos siendo 150 por todos el país. Recuerdo que fuimos varias veces a lugares como Viedma, o también a Ituzaingó (en Corrientes), cuando se estaba haciendo Yacyretá y un pueblo de tres mil habitantes, recibía 20 mil varones, entre obreros y técnicos. Bueno, ahí estuvimos nosotros, haciendo lo que podíamos.
Aún me sucede, en lugares de encuentro como por ejemplo la Feria del libro, que me cruzo con gente que a lo mejor antes estaba en Yacyretá y ahora está en el sur, y me cuenta cosas que se acuerda como por ejemplo de lo que charlábamos en aquella época. Entonces una se pone contenta porque se da cuenta que lo que hizo no fue puro blablá.
Creo que dentro de un Plan, lo importante es dejar claras acciones eficaces para poder expandir este movimiento y dar herramientas para que la gente que se quede pueda hacer -no digo lo mismo- pero sí de modo creativo, incentivar la lectura. Teniendo muy presente que la lectura no tiene nada que ver con “lo espectacular”. Al contrario. Cuando se llega a un lector que lee privadamente y autónomamente, ahí está el logro, porque esa persona es quien va a poder abrirle el juego de la lectura a los que la rodean.






PÍA BARROS:
"Soy feminista a mucha honra"
Publicada en Punto Final N° 572 (julio 23/ 2004)
Es una de las escritoras de más renombre en nuestro país y ha sido miembro del directorio de la Sociedad de Escritores de Chile (Sech). Es directora, desde 1976, de los talleres "Ergo Sum" y de "Ediciones Asterión". Ha publicado una treintena de libros-objeto con material literario ilustrado por destacados artistas gráficos del país. Por sus talleres literarios han pasado una infinidad de alumnos y se destacan entre los de mayor prestigio en el ámbito literario. Entre sus publicaciones se cuentan: "Miedos transitorios" (Ediciones Ergo Sum, 1985); "Miedos transitorios" es también editado en Uruguay bajo el sello "Yoea Libros" en 1986 y traducido al inglés en 1996; "A horcajadas" (Mosquito Editores, 1990); "Astride" (Edición bilingüe a cargo de Analissa Taylor, 1992); "El tono menor del deseo" (Editorial Cuarto Propio, 1990); "Signos bajo la piel" (Editorial Grijalbo, 1994). "RopaUsada", 2000 (Ediciones Asterión); "Lo que ya nos encontró", primera novela chilena en formato digital editada por Chilelibro.com, 2000; "Los que sobran", cuentos, Ediciones Asterión, 2002).Sus cuentos han aparecido en más de treinta antologías, tanto en Chile como en el extranjero: Italia, Estados Unidos, México, Alemania, Argentina, Perú, Venezuela y Ecuador, entre otros.

Generalmente se le suele identificar como una escritora feminista ¿Es eso así o sólo es una visión sesgada sobre su literatura?

Cada persona es una construcción cultural, y en esa construcción, la utopía que me queda es la de un universo no sexista: un mundo donde nadie sobre y todos y todas seamos imprescindibles. Sí, soy feminista a mucha honra.

Algunas opiniones apuntan a que sus libros tienen demasiado erotismo ¿Qué opinión le
merece esto?

Ojalá en mis textos hubiera "demasiado" erotismo. Si hay algo que falta develar en nuestra cultura, misógina, triste, racista, sexista y de mala cama, es nuestros niveles de erotismo. Estamos saturados de imágenes eróticas y de dedos de iglesia diciendo NO. La culpa nos persigue hasta las sábanas y es allí donde no somos jaguares, sino tristes ratas encubridoras de nuestra soledad y desencanto.

¿Cree que en Chile existe un doble discurso sobre temas como el sexo y la religión, por ejemplo?. Algo así como: critico en público y disfruto en privado.

No, como va a existir un doble discursoooooo…!!! Misa de domingo, buen corte de pelo, moteles llenos los días de semana a la hora de almuerzo.

Muchos estudiosos, cuando hablan de literatura, hacen una separación entre literatura femenina y masculina ¿Le parece arbitrario este punto de vista?

Ser mujer y escribir es ya una marca de diferenciación, también si es indígena, primer o tercermundista. Cada marca, nos da una visión aún mayor del texto. Enriquece, no segmenta.

Isabel Allende ha sido una de las escritoras más cuestionadas por sus pares, y en menor escala Marcela Serrano. Según usted ¿A qué obedece esto, a la envidia o a que realmente no tienen categoría narrativa?

Lo que me admira, es la capacidad de acusar a ciertas literaturas de mujeres de frívolas, sin hacer lo mismo ni con Pablo Coello, ni con J.J. Benítez, ni con ningún superventas masculino. Me da risa ver cómo se da vuelta la tortilla y existe tan acendrada la envidia de la vagina. Toda escritura de mujeres es necesaria, desde las zagas familiares a las complejas derivaciones lingüísticas, desde la ombliguista a la deseante. No se ha publicado ni la milésima parte de todo lo que las mujeres tenemos que decir. Para mí es un orgullo que dos chilenas vendan tanto, que causen polémica, que lleguen a lugares remotos y se traduzcan a tantas lenguas.

¿Cómo ve hoy la narrativa chilena? ¿Predomina alguna temática en especial en los nuevos escritores?

Si la escritura de los ‘90 se transformó en una escritura de aeropuertos y cultura de la aspirina (o del miedo al dolor), creo que los jóvenes y en especial las jóvenes, escriben desde el traicionarse a sí mismos para sobrevivir. ES una escritura de sobrevivientes, extraña, intensa, violenta. Me encantan los menores de 30 y su sarcasmo, su autoironía, su desenfado y capacidad de juego.

¿Existe algo parecido al boom de la nueva narrativa chilena que irrumpió con nombres como Contreras, Franz, Collyer, Fontaine, Fuguet, etcétera?

Andrea Maturana, Alejandra Costamagna, Beatriz García Huidobro, Nona Fernández, Luis López Aliaga, Marcelo Leonardt, Lina Meruane, Andrea Jeftanovich, y tantas y tantos otros.

Usted ha realizado cientos de talleres literarios ¿Cuál es la motivación que conduce a un escritor a realizar talleres? ¿A preocuparse por los jóvenes?

La libertad. El poder enseñar la libertad, y todos los caminos que conducen hacia una educación para la libertad y no para el exitismo. La belleza feroz de las palabras, la inconmensurable capacidad de las personas de contar el mismo cuento con una voz nueva. La literatura, la pasión por la literatura.

Pasando a otro tema ¿En su opinión, sigue siendo nuestra sociedad una sociedad machista? ¿Realmente tiene hoy la mujer más oportunidades de ser independiente?

Por supuesto. Nuestra arquitectura, nuestros usos del habla, nuestra incapacidad para flexibilizar roles, nuestro poco conocimiento del placer, todo, es una estructura machista. Las leyes poco a poco avanzan, pero las cabezas de las personas se van quedando atrás.

¿Qué tendría que suceder para que cambiara esta actitud?

Recuperar la capacidad de asombro, aprender a aprender y aprehender el mundo.

¿Cómo ha vivido usted la transición? ¿Mucho desencanto?

Con desencanto, con felicidad, con rabia, con carencias, con euforia. Aprendiendo cada día aquello que no conocí y que es el hecho de ser ciudadana de mi país y responsable de mi entorno.

Hoy el país está marcado por una subcultura que se refleja en lo chabacano y farandulero, cosa que vende muy bien. ¿Tan bobos dejó a los chilenos la dictadura?

Hablamos de un país mínimo y fácil, de un país que lee las Últimas Noticias con sus portadas frívolas. Pero hay otro país; un país de jóvenes grafiteros que nos enseñan a diario a leer la ciudad de un modo diferente, de hiphoperos que nos hablan de sus barrios, de fantásticos Chancho en Piedra, de intensos Los Miserables. Hay otro país, un país grande que día a día me crece por dentro y que me aúlla que no todo está perdido. Hay otro país que no chaquetea a Skármeta por haber ganado un premio, otros, que como yo tienen memoria, y están contentos de que un tipo como él obtenga el Premio Planeta. Yo recuerdo a Skármeta desde afuera, jugado por los de acá, consiguiendo becas, clases, a jóvenes que no tenían posibilidades. Yo adoro a Skármeta y me enorgullezco de escribir a veces sus mismos cuentos desde otra perspectiva, de establecer una intertextualidad cómplice. Dorfman, Juan Armando Epple, Juan Carlos Lértora, y muchos otros, ayudaron mucho a mi generación. No me gusta el olvido obsecuente.

¿Qué rol social le asigna hoy al escritor dentro de la vorágine de corrupción, mediocridad y falta de identidad de los chilenos?

No creo que exista el rol social para nada creativo, como se concibió alguna vez, entre los ‘60 y los ‘80. Creo que toda escritura, toda plástica, toda música, debe dar cuenta de su tiempo y ser honesto con ello. Lo que obtenga, al enfrentarse al lector, público u oyente, será la magia de conmover, comprometer y convencer.

¿Qué le cambiaría a Chile? ¿Qué le quitaría o agregaría?

Yo le devolvería. Le devolvería una cultura solidaria, un corazón latiendo por los otros, siendo en otros. Y le quitaría este furor exitista.
ALEJANDRO LAVQUEN


El álbum ilustrado: un género en alza

Villar Arellano
Xavier Salomó


Hay dos puertas de acceso infantil al universo literario y al ámbito del arte: la primera es la voz del adulto, que transmite a los más pequeños el calor y la fascinación de los relatos; la segunda es la imagen, un estímulo directo e impactante que los sitúa de lleno en un valioso contexto de formas, colores y sensaciones estéticas. Ahí reside el principal valor del libro ilustrado: en ese papel de iniciación, de entrada al mundo simbólico del arte, al placer de contemplar, imaginar y sentir.
Cada vez hay una mayor conciencia de la función educativa de la ilustración, quizá por eso ha ido cobrando una creciente relevancia dentro de la creación editorial para niños y jóvenes, pasando de ser un elemento auxiliar, un recurso de apoyo para el texto, a constituir parte integrante de la narración. Dicha evolución está también relacionada con el propio devenir de nuestros hábitos culturales y con el desarrollo de nuevas formas de lectura.
La extensión de los medios audiovisuales creó la necesidad de aprender a comunicarse mediante códigos gráficos. Este interés formativo impulsó a ilustradores y editores a experimentar con el potencial expresivo de las diversas técnicas, no sólo en cada página, sino en el propio diseño del objeto-libro.
Ya en nuestros días, la recién llegada era digital ha traído consigo nuevas formas de relación con los textos. Cada vez más, la lectura secuencial está dejando paso a la navegación hipertextual. Así, cuando leemos en la pantalla de un ordenador, vamos transitando de una idea a otra a través de enlaces, combinando imágenes y palabras, percepciones visuales e incluso sonidos. Esta forma de lectura también ha influido en la concepción del libro infantil, con un creciente despliegue de recursos que integran lo gráfico y lo verbal.
De este modo, los creadores se han apoyado en la imagen y en el diseño para establecer diferentes niveles de texto, han adoptado variados estilos y técnicas pictóricas según el tono narrativo (lírico, humorístico, documental...), han integrado la tipografía en las ilustraciones y adecuado la composición gráfica al concepto de relato o al formato de la colección. Por tanto, el enlace entre imágenes y palabras ha permitido desarrollar un complejo conjunto de estrategias que amplían la elocuencia de cada página, elevan el carácter artístico de las propuestas y componen, en definitiva, un nuevo lenguaje creativo.
El máximo exponente de este nuevo lenguaje es el álbum ilustrado, un tipo de libro en el que texto e ilustraciones se complementan para componer un relato integral, con una fuerte preponderancia gráfica que, mediante la lectura visual, incita al lector a una interpretación narrativa que va más allá de las palabras. La clave del género está justamente en esa relación entre ambos lenguajes, una conexión que puede adoptar diferentes rasgos según la intencionalidad de los autores. Así, a través de la discrepancia entre textos e imágenes surge la ironía, cuando la ilustración nos remite a otros contextos artísticos o literarios se produce la intertextualidad y al incluir determinados detalles en la ilustración, se puede enmarcar la historia en unas coordenadas espacio-temporales concretas.
Habitualmente, se suele asociar este tipo de obra con un público infantil, pero lo cierto es que su enorme capacidad expresiva permite afrontar todo tipo de temáticas para los más diversos lectores. Esto es posible gracias a la dimensión simbólica de estos relatos. La fuerza comunicativa que imprime esta combinación texto-ilustración favorece el desarrollo de diferentes niveles narrativos, tanto de un modo explícito como implícito.
Los álbumes ilustrados han sido un ámbito de extraordinaria riqueza creativa, el medio experimental por excelencia de la literatura infantil. Aunque hay estupendos precedentes, el desarrollo del género comenzó en los años sesenta, con autores destacados como Leo Lionni (autor, entre otros, de Pequeño azul, pequeño amarillo) o Maurice Sendak (creador del emblemático Donde viven los monstruos). Después, durante más de dos décadas, estas obras vivieron una época dorada al amparo de una industria editorial pujante que llegó a pecar de sobreproducción. Tras los años de saturación, los noventa supusieron un pequeño declive del género, un repliegue comercial que parecía augurar un futuro oscuro para los libros ilustrados.
Afortunadamente, y poco a poco, el sector se ha ido recuperando y la producción de álbumes vive nuevos tiempos de esplendor gracias al buen hacer de los ilustradores, a la arriesgada apuesta de muchas editoriales y al esfuerzo de promoción de libreros, bibliotecarios y maestros.
En la actualidad, el mercado del libro infantil cuenta con numerosas editoriales que publican álbumes infantiles para niños. Así, junto a las veteranas Juventud, Lumen o Fondo de Cultura Económica, destaca Serres, un sello especialmente comprometido con la formación artística de los pequeños lectores. Junto a éstas, otras grandes editoriales como Anaya han creado colecciones específicamente dedicadas al álbum ilustrado, como “Los Álbumes de Sopa de Libros”. SM, Edelvives, Everest, Alfaguara o Destino son otras destacadas firmas que han apostado por el género con un empeño cada vez mayor.
Pero han sido las pequeñas editoriales quienes han dinamizado el sector de un modo más tenaz, afrontando la traducción de autores relevantes en el ámbito internacional y apoyando el trabajo de nuestros creadores más cercanos. En este ámbito destaca el trabajo de la editorial gallega Kalandraka y su colección “Libros para soñar”, a quien debemos la promoción de una joven cantera de creadores y la recuperación de títulos clásicos como Los tres bandidos, de Tomi Ungerer. También Kokinós ha publicado a autores emblemáticos como Eric Carle, autor de La pequeña oruga glotona y otros muchos títulos inolvidables.
Muy significativo es el catálogo de la colección “Rosa y manzana” de Lóguez, con una especial dedicación a temáticas psicológicas de corte realista y muy volcado al panorama centroeuropeo, con creadores de renombre, como Mira Lobe, Jutta Bauer o Quint Buchholz.
Es también reseñable el trabajo de Thule y su colección “Trampantojo”, entre cuyos títulos figura el premiado Cuentos pulga, de Riki Blanco o Libros del Zorro Rojo, una editorial que ha puesto imágenes a obras clásicas de la literatura universal, como el Discurso del oso, de Julio Cortázar, ilustrado por Emilio Urberuaga, título que inaugura su colección de álbumes “Libros del cordel”
Otras destacadas firmas son: Corimbo, Ekaré, Oqo, Faktoría K o Bárbara Fiore, uno de cuyos logros ha sido darnos a conocer a Shaun Tan, con su prestigioso Emigrantes o a Jimmy Liao, autor de Desencuentros y El sonido de los colores.
Mención aparte merecen Media Vaca, una firma experimental e inclasificable que ha logrado componer un catálogo exquisito y atrevido o Los cuatro azules, el último sello que se ha incorporado al sector dentro de este género.
Como puede verse, junto a los grandes grupos, las pequeñas editoriales independientes han configurado un rico y variado panorama en el que están representadas las más diversas temáticas y corrientes, una variedad que pone de manifiesto la excelente salud del álbum ilustrado.
Otro síntoma de vitalidad es la proliferación de certámenes y premios por parte de todo tipo de instituciones. Así, junto al “Premio Nacional de Ilustración” del Ministerio de Cultura y los ya clásicos “Apel-les Mestres” (Editorial Destino), “Fundación Santa María”, “Sant Joan de Déu” y “Lazarillo” (OEPLI), otros premios, como “A la orilla del viento” (Fondo de Cultura Económica) o el “Ciudad de Alicante” (Ayuntamiento de Alicante y Editorial Anaya) tienen una repercusión cada vez mayor, al tiempo que surgen nuevos galardones como el “Princesa de Éboli” (Ayuntamiento de Pinto y editorial Anaya) o el “Premio Internacional Compostela” (Ayuntamiento de Santiago de Compostela y Editorial Kalandraka), reconocimientos que promocionan estas publicaciones y favorecen un nivel de calidad.
Finalmente, el álbum ilustrado se ve reforzado por rigurosos trabajos de investigación, como los desarrollados por Teresa Durán, Teresa Colomer, Mª Cecilia Silva-Díaz, y otros especialistas que van configurando un cuerpo teórico que valora y da sustento teórico al enorme potencial de estos libros. En este sentido, es de destacar la reciente creación, por parte de la Universidad Autónoma de Barcelona, de un Máster en Libros y literatura para niños, que dedica buena parte de su programa al análisis de este tipo de obras y la celebración de encuentros y conferencias internacionales dedicados al género, como el Simposio Internacional celebrado en Barcelona el pasado año y que llevaba por título: Nuevos impulsos en la investigación sobre el álbum: aspectos estéticos y cognitivos, que reunió por primera vez a numerosos especialistas de Europa y América que se dedican a la investigación en este campo.
En el ámbito divulgativo, existe un amplio conjunto de revistas que se ocupan de la literatura infantil y, en buena medida, del álbum ilustrado: CLIJ, Peonza, Lazarillo, Platero, Educación y Biblioteca, Faristol, Primeras Noticias... A ellas se ha sumado, este año, una nueva publicación, Bloc, especialmente dedicada a estas publicaciones y que pretende aportar una visión abierta al panorama internacional.
También en internet se multiplican las páginas que apoyan y divulgan el valor de los álbumes: el Servicio de Orientación al Lector (www.sol-e.com), Imaginaria (www.imaginaria.com.ar/index.htm), Babar (www.revistababar.com), Cuatrogatos (www.cuatrogatos.org), Pizca de papel (www.pizcadepapel.org) y Club Kirico (www.clubkirico.com), son sólo algunos ejemplos del creciente número de publicaciones que afrontan este medio con rigor y profesionalidad.
Todos estos elementos son indicadores de que el álbum ilustrado es un género en alza, un valioso conjunto de lecturas que se obstina en romper moldes y llegar siempre más allá de cualquier etiqueta: una lectura sin edad, a medio camino entre la literatura y la creación plástica, abierta a diversidad de técnicas y lenguajes, sin límite de formatos e ideal para divertirse, reflexionar, soñar, aprender, regalar...
¿Hay quien dé más?

Villar Arellano (Corella, Navarra, 1965)
Directora de la biblioteca Civican, de Fundación Caja Navarra en Pamplona. Licenciada en Ciencias de la Educación por la Universidad de Salamanca, se especializó en pedagogía no formal y en lectura de la imagen y los medios audiovisuales, cursando también estudios de Biblioteconomía y Documentación. Entre los años 1990-2003,  trabajó en el Centro internacional del Libro Infantil y Juvenil de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez en Salamanca, coordinando programas de promoción de la lectura. Participa habitualmente en programas formativos para docentes y bibliotecarios y es autora y coautora de varias obras relacionadas con la literatura infantil y el aprendizaje de técnicas documentales. Ha publicado numerosos artículos en revistas especializadas (Educación y Biblioteca, Educación y Medios, Primeras Noticias: Literatura infantil y juvenil, Lazarillo. Revista de la Asociación de Amigos del Libro Infantil y Juvenil,TK, Tramas y Texturas...) y colabora con sus reseñas literarias en varios blog y revistas.
Xavier Salomó (Sabadell, 1976)
Diplomado en lustración y Dibujo por la Escola Massana (Barcelona), ha realizado estudios de História del Arte en la Universidad Autónoma de Barcelona. Ha publicado numerosos trabajos de ilustración en literatura infantil y juvenil como Una Nit Bestial. (Cruilla),  El Loro Morolo (Bayard), La Casa d'en Ramón (Bambú), El camino que no iba a ninguna parte (SM),  La historia de Menta (SM), Crisol y su estrella (SM) o Les aventures de la Tecla (Cruïlla). Colabora habitualmente con las revistas infantiles Cavall Fort y Tatano. Ha recibido los siguientes premios: Premio JUNCEDA 2006 a los mejores libros ilustrados infantiles No-ficción por la colección LOS SONIDOS DE..., Combel, Premio Ferrándiz a las mejores ilustraciones de Navidad 2001 y Primer Premio de Carteles "Centenari trofeu Godó", 1999, Escola Massana-Trofeu Godó. www.xaviersalomo.com



espectaculos
Miércoles, 9 de diciembre de 2009
TEATRO › ANA PADOVANI HABLA DE SUS DOS ESPECTACULOS DE NARRACION ORAL

“Narrar es levitar con el que escucha”

La actriz, profesora de música y psicóloga le pone el cuerpo a Queremos tanto a Niní y al personaje del Capitán Matamoros en el musical La cena de Leonardo. Aquí habla de “el deseo de transmitir y gozar de ese instante en el que se forma una mágica burbuja”.


 Por Hilda Cabrera
Inquieta y perseverante como pocos, la actriz y narradora oral, profesora de música y psicóloga Ana Padovani presenta mañana Queremos tanto a Niní, mientras continúa componiendo al jactancioso Capitán Matamoros, figura de la Commedia dell’Arte, en el espectáculo musical y gastronómico La cena de Leonardo. Premiada por sus numerosos trabajos, Padovani ha publicado libros y artículos en revistas de narración oral y editado CD’s (entre otros El ave maravillosa, título tomado de un cuento de Leonardo Da Vinci). Actualmente, programa un ciclo a estrenar en febrero próximo, Vida y milagros, sobre la vida y la obra de Roberto Arlt, Julio Cortázar, Niní Marshall y las hermanas Silvina y Victoria Ocampo; coordina encuentros de narración oral y participa del Plan de Lectura Nacional para maestros. Ahora mismo ha sido convocada para un ambicioso proyecto en el marco de los Juegos Olímpicos de 2012, en Londres. En principio, el comité organizador del área cultural seleccionó un relato tradicional persa que será motivo de investigación y rastreo en la tradición de varios países, Argentina incluido. La propuesta es “crear conciencia sobre el universo, los recursos naturales y humanos y la depredación del hombre”, según apunta Padovani. Otra forma de valorar el trabajo de campo de los narradores y las creaciones de los pueblos originarios, materia del “juglar” tradicional.
–¿Qué línea de narración prevalece hoy?
–La narración oral varía según el país y el lugar. En las grandes urbes se trabaja en los escenarios, aun cuando están los que siguen rescatando los cuentos tradicionales. En esto no quiero ponerme en juez, pero en Buenos Aires, sobre todo, la tendencia es trabajar el aspecto literario y teatral de la narración y masificarlo.
–¿Lo considera negativo?
–Se pierde de vista la raíz y a veces se abreva en la literatura haciendo depredación de la literatura. Mi opinión es que hay que respetar al autor y su escritura. Sé que algunos no quieren dar sus cuentos porque los modifican sin sentido. Claro que ésta es una situación aún no resuelta.
–¿Acaso no se pide autorización?
–En el nivel profesional, sí. Yo tuve buena disposición de los autores. El amateur no es siempre tan cuidadoso. No tiene noción de lo que está haciendo con el texto o no sabe desentrañar la voz del autor y ser intérprete de esa voz.
–¿Qué sucede en otros países?
–En general, los narradores orales no pasan tanto por la literatura. Estuve trabajando con Jan Blake (inglesa, de ascendencia jamaiquina, especialista en cuentos de Jamaica y otros del Caribe). Armamos un espectáculo bilingüe que estrenamos en Londres y trajimos al Museo de Arte Latinoamericano (Malba). Le sorprendió que me ocupara de cuentos literarios. Le parecía inconcebible tomar relatos ajenos a la tradición. Aun cuando aquí se acuda a otras fuentes, la literatura parece estar más a mano. Un asunto para discutir. En mi opinión el arte no tiene fronteras y es para todos, como todo acto de libertad y creatividad. Pero esto no quiere decir que no haya que respetar al autor. Por eso, en los encuentros que organizamos en las ferias de libros, por ejemplo, brego para que no se transformen en shows o espacios de simple exhibición.
–¿Cómo nace su interés por un texto? Los de Niní Marshall, por ejemplo, no la abandonan...
–Tengo un largo romance con Niní. Ella fue mi madrina. Le gustaba mi trabajo. Me instalo muy bien en sus personajes. A veces Catita me ha salvado de una dificultad: es tan inocente, tan impune que puede decir cualquier cosa sin que el otro se ofenda. Cuando tuve que pasar la gorra, decía para mí que la pasaba Catita. Armaba el personaje y el público lo aceptaba con agrado. Lo importante es dar con la propia voz. Algunos autores nos ayudan. Niní, Julio Cortázar, Marco Denevi... Tengo sintonía con ellos, tomo sus voces, en el buen sentido, y los nombro, siempre.
–¿Se equivoca?
–Cuando una se “instala” no hay fallas de la memoria. Tampoco timidez ni nerviosismo, sino el deseo de transmitir y gozar de ese instante en el que se forma la mágica burbuja en la que estamos metidos todos y donde el centro es la historia. En realidad, una es un eslabón en la cadena.
–¿Qué pasa si el público se distrae?
–Trabajo con un poco de luz para que no moleste. En el caso de un público infantil puede ser que los chicos comenten. Los escucho pero no respondo ni interrumpo la historia. Hay una cosa de respeto por el que se entrega y al que uno recibe, “levanta” y “deposita”. Si el narrador interrumpe esa acción y sale de la burbuja, el otro se cae. Narrar es levitar con el otro que escucha. No hay mejor respuesta que la de un chico que está callado y escucha. Antes de comenzar una narración les digo que se hagan la película en la cabeza y después hablamos.
–¿Cómo es la experiencia en La cena de Leonardo?
–Distinta. Ahí soy el Capitán Matamoros, personaje de la Commedia Dell’Arte y gran narrador de mentiras. Improviso cada semana en base a una estructura. Estudié commedia con Mane Bernardo, también con Cristina Moreira, Mario González, cuando dio cursos en el Cervantes, y con otros profesores que anduvieron por aquí. Matamoros es un arquetipo, fuente de creatividad.
–¿Dónde residen las diferencias entre países?
–Las diferencias están dadas por las condiciones económicas y culturales. En Colombia predominan los jóvenes, y entre éstos los varones. Acá, las mujeres de cierta edad. En los países centroamericanos están muy conectados con el stand up. Mis primeras experiencias en Europa fueron en Francia. Lo más visible en los años ’80 eran París y Londres. Hice talleres en París y quedé maravillada con las narraciones africanas y árabes. La inmigración hizo su aporte. España tiene textos tradicionales pero hoy se trabaja más con la literatura.
–¿Y en la Argentina?
–Cuando entré en este mundo aprendí a conocer personajes como Pedro Urdemales, el pícaro que viene de la tradición española, y Paí Luchí, de nuestra cuentística. Laura Devetach ha publicado una recopilación de Paí Luchí, el gaucho exagerado y mentiroso. Hay textos interesantes, como el de Berta Vidal de Battini, quien reunió cuentos y leyendas populares del país (editado en 1960), donde aparecen castillos y duendes, otra influencia española.
–¿Prefiere los relatos de humor?
–Me gustan especialmente los de suspenso. Dosificar la información, crear imágenes y sostener la atención del otro es una tarea fascinante. Un trabajo en el que puedo unir el humor con mi interés por la música es La cena..., la propuesta de Edith Margulis. En este espectáculo de música renacentista ingreso al final como Capitán Matamoros. La música está incorporada a mi actividad. En los talleres del Plan Nacional de Lectura para maestros enseño a utilizar la voz como un instrumento de cuerda, que lo es, aunque esta noción se pierda a veces porque no se trata de cuerdas que percutimos con la mano. La idea es que el maestro comparta diez minutos de lectura gozosa con sus alumnos. Para lograrlo les dejo reglas bien concretas sobre cómo se manejan los tiempos y cuándo el protagonista es la voz o el silencio.
Fuente: PÁGINA 12
Libro de arena acerca una lectura sobre cómo contar cuentos. El texto pertenece a Ana Padovani, pionera en el arte de la narración oral. El mismo fue utilizado como ejemplo en el octavo encuentro de Capacitación para auxiliares de bibliotecas comunitarias que ofrece el Programa por sus sugerencias útiles en ese momento mágico del relato. -
Cómo contar cuentos
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Los aspectos teóricos que hacen a la narración de cuentos son, en general, menos conocidos pero no por ello menos importantes, motivo por el cual nos hemos detenido en ello particularmente. Esta importancia se debe a que si bien contar cuentos parece ser una actividad eminentemente práctica y guiada por el solo interés y deseo de hacerlo – para lo cual poco importaría la teoría -, el conocimiento de la misma puede encauzar y desarrollar ese impulso, puede resolver dudas y dificultades y orientar en una actividad que aunque siempre debe ser viva y espontánea, logrará su plenitud con el trabajo y la preparación previas.
El docente que cuenta cuentos tiene una posibilidad que no todos los narradores poseen: podrá hacer su entrenamiento y descubrimiento con sus propios alumnos, en la medida en que vaya desplegando esta actividad para ellos y se dedique a observar su propio estilo como narrador. Descontamos que siempre será necesario un pequeño trabajo previo, de preparación del texto y el modo de contarlo. Ello asegurará la más atenta escucha y el más profundo agradecimiento de parte de los niños. Dado que esta actividad se desarrolla fundamentalmente con la práctica será oportuno referirnos a ella.
El procedimiento para contar es igual ya se trate de cuentos literarios o tradicionales. Pero habrá que hacer una distinción entre ambos en lo que se refiere a cómo abordar la materia prima, es decir, el texto, dado que en los primeros preexiste una voz, la del autor, y en los segundos ésta vendrá en el decir de las gentes y en el correr de los tiempos, lo que permite una apropiación distinta.
Los análisis que realizaremos serán desde el punto de vista de la narración oral, pues es importante tener en cuenta que no es lo mismo escuchar que leer. La vista tiene tiempos distintos respecto del oído, el lector puede volver atrás, puede darse su propio ritmo.
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La lección de los cuentos
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Respecto de este tema lo importante será el “primer flechazo” que el cuento nos provoque (aquí tal vez es válido aquello del “amor a primera vista”). Después podrá comprobarse qué características tiene y a partir de ahí, y en la medida en que éstas se repitan, se irán descubriendo cuáles  son los intereses que marcarán el estilo propio de cada narrador. Es decir, a algunos les puede interesar lo potente de la historia,  a otros la composición de los personajes, a otros el movilizar alguna emoción, a otros la índole de su final, ya sea sorpresivo o reflexivo, etcétera.
Otro punto igualmente importante es considerar la edad del público al que van dirigidos. Este concepto no siempre es fácil de precisar porque a veces, sobre todo tratándose de niños, la edad cronológica no corresponde con la madurativa, pero siempre esta última deberá ser considerada prioritaria, o sea la capacidad de simbolización o abstracción del pensamiento. Si bien es difícil determinar con absoluta precisión el tema de las edades puede considerarse algunos períodos dentro del desarrollo evolutivo, que orienten en cuanto a la búsqueda de cuentos adecuados para cada una de ellas.
Así podemos considerar, siguiendo a la investigadora Otilia Chaves, que entre los 3 y los 5 años el niño atraviesa un período que podríamos designar como “rítmico-realista”: Le importarán más las acciones que las descripciones, así como las reiteraciones rítmicas y la interpretación mágica de la realidad. Su vida imaginativa es muy rica y preferirá las historias centradas en un personaje.
Entre los 6 y los 8 se situaría el período “imaginativo” en el que los cuentos de hadas, lo fantástico, logra un más amplio desarrollo. Entre los 9 y los 12 años será el período “aventurero”: allí los cuentos y novelas de aventura serán los preferidos, lo fantástico se despliega con mayor intensidad, si bien se combina en partes iguales con la realidad. Son también adecuados los cuentos de humor, de amor, siempre que impliquen ternura y alegría ; los de fantasmas , detectives, así como los de ciencia ficción.
De los 12 a los 17 se da el ciclo “idealista”: aparecen los héroes, las figuras paradigmáticas que sirven de modelo y ayudan a superar las dificultades de la vida; en este sentido los mitos son especiales para esta edad. A partir de los 18 se presenta el ciclo “altruista”, aparece la realidad social como determinante de situaciones: los gestos de nobleza, la generosidad ganan terreno y será bueno revalorizarlos.
La curva de la vida hace que muchas veces las etapas finales parezcan juntarse con las primeras, por lo cual los cuentos que suponemos para niños pueden ser disfrutados por personas muy mayores.
Este modo de clasificar las edades, así como las restantes consideraciones son simplemente aproximativas y no exclusivas. Ténganse en cuenta que siempre es interesante que el docente ofrezca variada cantidad de materiales y de recursos. Éstas no son normas generales sino que deberían ser consideradas en cada caso particular, porque muchas veces podemos llevarnos sorpresas y los cuentos que suponíamos para adultos pueden ser disfrutados por los chicos y viceversa; en este sentido conviene no olvidar que la sola propuesta de narrar historias convoca al niño que todo adulto alberga en su interior.
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Trabajo con material
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Una vez que se ha hecho la elección del cuento porque se lo leyó, se lo escuchó o se lo inventó, siguiendo lo ya expresado en cuanto al placer que su hallazgo y el deseo de compartirlo provoca, convendrá considerar si se lo puede transmitir según la versión original o si conviene efectuar alguna adaptación.
Aquí será oportuno recordar lo desarrollado respecto del concepto de estructura, así se trate de cuentos tradicionales o literarios.
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Los cuentos tradicionales
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El análisis tradicional del planteo-nudo-desenlace, es el que más conviene a los cuentos para ser narrados, porque si bien se pueden relatar otras estructurar narrativas, por ejemplo, la descripción de un paisaje o de un viaje, donde no hay conflicto, lo que más atrapa la atención del oyente y por tanto hace más eficaz su relato es aquello que implica algún tipo de vicisitud. Analizar el cuento para ver si su estructura está debidamente planteada y desarrollada, ayudará a que su posterior interpretación sea más convincente y atrapante.
Este análisis considera, tal como lo hemos visto desde Aristóteles y los pensadores formalistas, que toda situación tiene un basamento dramático en el cual no hay ninguna acción que tenga el origen y el resultado en sí misma. Todo proviene de alguna otra cosa, nada se presenta en forma aislada, pura, sino como el resultado de condiciones previas.
Son los personajes quienes vehiculizan ese movimiento, entendiéndose por tales no sólo a las personas, sino a toda aquella fuerza que lleva adelante la acción y que tiene características humanas. No podría pensarse, por ejemplo, en una situación entre puertas o dos animales a menos que les demos connotaciones antropomórficas. Tampoco el conflicto puede ser  concebido como el antagonismo entre fuerzas abstractas, como el amor, el odio o las ideas, siempre se adjudicarán características concretas. Por lo tanto los personajes siempre tienen voluntad, algo les pasa, algo desean: tienen un “objetivo”.
Frente a esos objetivos hay otros que entran en colisión, bien con el orden natural o con los otros personajes, lo cual lleva a la noción de “conflicto”. De modo que éste consiste en dos fuerzas que se oponen. Cada una de ellas es el producto de muchas circunstancias complicadas en una secuencia cronológica, las cuales crean una tensión que deben terminar en una resolución. En consecuencia el conflicto se da en un espacio (material, social, etcétera) y está condicionado y determinado por el mismo. Se da también en un tiempo, un momento histórico, una estación del año, una hora del día, etc., lo cual también gravita en la acción. Si bien hay conflicto principal también puede haberlos secundarios, como se ha dicho. Ninguno aparece de la nada, tienen antecedentes, así como consecuencias, es decir otras situaciones que sobrevendrán o que los preceden. Todo conflicto necesita de un factor desencadenante que permita su aparición y desarrollo.
También hay que tener en cuenta que para que un conflicto se establezca debe haber cierta paridad de fuerzas entre los oponentes (por ejemplo si el elefante se va a comer a la hormiga, habría que dotar a ésta de ingenio o astucia para que se defienda, porque si la oposición pasa por la posibilidad física no habría conflicto: el elefante se la comerá sin ninguna dificultad).
Se presentan distintas formas de conflicto pero todas ellas se elevan sobre la base del ataque y contraataque. El conflicto puede ser de acuerdo con su espacio de desarrollo externo, cuando se presenta entre el protagonista y otros personajes o con el entorno que lo rodea; e interno: cuando ocurre consigo mismo.
Según cómo se modifiquen los caracteres y las transiciones el conflicto puede evolucionar de tres maneras: a saltos, de crecimiento lento o estático, refiriéndose este último al que se desarrolla más lentamente, pues en realidad ningún conflicto puede ser por definición absolutamente inmóvil.
De acuerdo con estos conceptos, al tomar un cuento para contar habría que analizar prolijamente la fábula, y sus motivos, conceptos que ya fueron explicados, para considerar si responden adecuadamente a dicha estructura o eventualmente considerar si sería necesaria una adaptación. Cabría entonces formularse alguna preguntas.
En el planteo: ¿la información que se da es suficiente para poner sobre aviso acerca de lo que vendrá? ¿Es demasiada y distrae la atención? ¿Es insuficiente y no aporta lo necesario para generar el conflicto? ¿La sucesión es la adecuada a ese fin o habría que modificar el orden cronológico?
Con respecto al nudo: ¿cuál es el conflicto? ¿Qué fuerzas se oponen? ¿Es lo suficientemente potente? ¿Aparece otro más que desvía el camino? ¿Se pueden desarrollar ambos? ¿Hay descripciones, situaciones o personajes innecesarios? ¿Faltan datos informativos?
En cuanto al desenlace: ¿está adecuadamente preparada? Si es inesperado, ¿se propuso lo necesario para lograr el efecto buscado? ¿Es lo suficientemente intenso en relación con la expectativa que se creó con los pasos previos? ¿ Es más importante que éstos, con lo cual se pierde también, además, el equilibrio total de la obra?
Asimismo, habrá que tener en cuenta si hay un conflicto principal y otros secundarios para focalizar y dirigir la atención de quien escucha, dada la diferencia ya apuntada entre leer y escuchar.
Si se trata de un cuento maravilloso, habrá que tener presente lo que hemos desarrollado en relación con las funciones de Propp. Debe tener por lo menos tres de ellas, es decir, se puede ordenar el material en función de las acciones esenciales: 1) Daño, Fechoría o Carencia; 2) Partida; 3) Castigo o Boda. De modo que si se va a adaptar el texto, esta noción de estructura es fundamental para buscar una línea argumental que lo haga comprensible dejando de lado descripciones innecesarias, conflictos colaterales, personajes secundarios que no aporten al relato central, que distraigan la acción y puedan entorpecer su desarrollo. Tal como dijéramos al referirnos a los cuentos maravillosos, suele ocurrir que estos cuentos. Al ser narrados sucesivamente te van modificando en su desarrollo y de pronto la versión que se encuentra, ya sea de modo oral o por alguna recopilación escrita, recoge esas numerosas transformaciones con lo cual su línea argumental puede ser casi incomprensible o haber perdido algo de su estructura esencial.
Este análisis, asimismo, permite revalorizar algunos aspectos que tal vez son intrascendentes durante el transcurso de la historia, pero sí hacen a la conclusión y deberían ser tenidos en cuenta desde el comienzo. Otras veces suele ser necesario reordenar la cronología de los sucesos para favorecer su comprensión.
contarcuentosEstos puntos sintéticamente esbozados construirán la estructura básica, algo así como el esqueleto sobre el que se trabajará  luego con los aditamentos que se prefieran, pero nunca conviene perder de vista este esquema fundamental que dará coherencia y comprensión al relato y evitará caer en descripciones innecesarias, digresiones que alejan o confunden, alteraciones en el orden o la cronología de los sucesos que impidan luego arribar al final.
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Fragmento de:


Contar cuentos. Desde la práctica hacia la teoría
Ana Padovani
Buenos Aires, Paidos, 1999
NARRACIÓN ORAL: ENTREVISTA A ANA PADOVANI, CUENTACUENTOS: '
EN CADA UNO DE NOSOTROS HAY UN NARRADOR ESCONDIDO'
LAS HISTORIAS QUE MÁS LE GUSTA CONTAR SON LAS DE BRUJAS Y DE TERROR. "ES QUE EL MIEDO ES UN SENTIMIENTO MUY FUERTE QUE PUEDE AYUDARNOS A HUIR DEL PELIGRO O BIEN TRANSFORMAR NUESTRAS VIDAS EN UN INFIERNO", REFLEXIONA ANA PADOVANI, PSICÓLOGA, AUTORA, PROFESORA DE MÚSICA Y ACTRIZ ESPECIALIZADA EN NARRACIÓN ORAL.
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–¿Cómo lo hace?
Tal vez la clave sea la manera de administrar los silencios. Los silencios crean amenazas, insinúan, preparan, prolongan el efecto de las palabras. No siempre es necesario un ambiente crepuscular: el miedo puede sobrevenir en lugares cotidianos o a través de insospechados héroes infantiles.

–¿Qué es un narrador de cuentos?
Un personaje que aparece en la historia con el hombre. En realidad, todos lo somos, en cada uno de nosotros hay un narrador escondido que no siempre tiene la posibilidad de expresarse. El narrador recibe y transmite, pero su relato tiene un toque personal y así las historias van cambiando, haciéndose más trágicas o más cómicas, viviendo varias vidas. Recuerdo un congreso de narradores donde Gabriel García Márquez era uno de los invitados especiales.

–¿Contó alguna historia?
Gabo contó una vieja historia que comienza en la carnicería de un pueblo donde alguien, entre los que esperan para ser atendidos, se pregunta, medio en broma medio en serio, qué pasaría si hubiera un incendio en el pueblo. El comentario es malinterpretado por un paseante curioso que comenta que escuchó que se estaba incendiando el pueblo. Al rato, todo el mundo huía desesperado ante la inminencia de la catástrofe imaginaria, incluso los clientes del carnicero y, por supuesto, el asombrado autor de la pregunta.

–¿Cómo se le ocurrió ser narradora?
Siempre tuve habilidad para contar lo que veía. Desde muy chiquita, tenía 3 años, imitaba a mis vecinos: el zapatero italiano, el almacenero español, etcétera. Lo hacía en la intimidad, pero a medida que fui creciendo descubrí que también a la gente de afuera le divertía lo que hacía y comencé a hacerlo en cualquier parte, a veces en las propias narices del que imitaba. Entonces, mis tías, un poco preocupadas, me convencieron de que era mucho mejor dejar mi habilidad para la gente de la casa.

–¿Cómo sigue la historia?
Iba a un colegio de monjas en Escobar, mi pueblo, y todos los años, cuando terminaba el curso, las hermanas organizaban un festival que incluía una obra de teatro. Eran unos melodramas increíbles, donde ocurrían cosas tristísimas y a mí siempre me daban un papel importante. Recuerdo un año en que me asignaron el personaje de una cieguita huérfana que iba por el mundo buscando a su mamá. El primero que me animó a ser narradora fue Augusto Fernández, mi maestro de teatro. Hice mi debut en una carpa que Eudeba había instalado en Miramar, durante un festival de teatro infantil: narraba historias acompañada con un laúd. Pero el espaldarazo definitivo me lo dio el actor italiano Marco Balioni durante una visita a Buenos Aires. No sólo a mí, sino también a otras buenas narradoras como Ana María Bovo, Elba Llorente, Juana La Rosa y Elba Marinanceli.

–¿Cómo atrapa al público?
Con el público nunca se sabe, es totalmente imprevisible. Sobre todo, el adulto que puede poner cara de póquer y una no sabe qué está pensando. De todos modos, la experiencia dice que es fácil atraer al público infantil, el gran problema es lograr mantener su atención. Algo difícil, porque siempre hay que mostrarles algo nuevo, si no se aburren y lo expresan sin ningún problema. Los adolescentes son difíciles, de entrada toman distancia, pero cuando la propuesta les interesa se apasionan. Recuerdo una vez que me invitaron a un colegio inglés de chicas para una celebración de Halloween y les anuncié que contaría historias de brujas. Se miraron entre ellas y después una cuantas se levantaron; me corrió un frío por la espalda, ¿qué pasaba? Fueron hasta las ventanas y las cerraron. El salón quedó a oscuras. "¿No es mejor así? Los cuentos de brujas necesitan oscuridad, se disfrutan mucho más con un poco de penumbra", explicaron, y se volvieron a sentar.

–¿Podría narrarnos algo?
Final para un relato fantástico , un relato muy breve de I. A. Ireland, otro escritor inglés.
"–¡Qué extraño! –dijo la muchacha, avanzando cautelosamente–. ¡Qué puerta más pesada! –La tocó, al hablar, y se cerró de pronto, con un golpe.
–¡Dios mío! –dijo el hombre–. Me parece que no tiene picaporte del lado de adentro. ¡Nos has encerrado a los dos!
–A los dos no. A uno solo –dijo la muchacha.
Pasó a través de la puerta y desapareció".

Por Luis Aubele
Fuente: diario "La Nación"
Más información: www.lanacion.com.ar

Laura Devetach, las palabras atacan

Laura Devetach. E. BARRERA
  • La literatura infantil, no es palabra menor
La literatura infantil y juvenil deja de ser a hermana pequeña de la literatura y se instala como un género propio de nuestra región
GUADALAJARA, JALISCO (02/DIC/2010).- La literatura infantil y juvenil deja de ser a hermana pequeña  de la literatura y se instala como un género propio de nuestra región, este premio es importante  porque estos futuros lectores, son los futuros ciudadanos, son las futuras personas comprometidas en construir una sociedad mas justa, más solidaria en nuestra región”, Leoncio Fernández de la Fundación  SM, al entregar su premio.

Karen Kovacs, de la  Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación la Ciencia y la Cultura recitaba la contraportada de este libro “Impresionante por multifacética y comprometida…celebramos la experiencia de nuestra premiada  como educadora, compartimos su preocupación por tender puentes entre el manejo del lenguaje por parte de los niños y jóvenes y el conocimiento de sus raíces culturales”

Carlos Silveyra presidente del jurado del Premio Iberoamericano SM aceleraba la historia y nos metía de lleno con el personaje principal”. Si tengo que pensar en un adjetivo para describir a Laura sería: la orfebre de las palabras. Ella trabaja las palabras con la tenacidad y la dedicación del orfebre.”
Ya sin poder escapar de su destino la ganadora del Premio Iberoamericano SM de Literatura Infantil y Juvenil Laura Devetach enfrentaba el clímax de la velada “Éste es un momento de profunda emoción, agradecimiento y celebración  por eso recurro a lo que María Elena Walsh llama rarísima, desesperada complicidad con los papeles”

Dio las gracias con las palabras de uno de sus alumnos, Agustín, convertido ahora en maestro con apenas 12 años “Digo: León. Y las palabras atacan. Digo: Mundo. Y las palabras giran. Digo: Biblioteca y las palabras sueñan. Digo: Madre. Y las palabras cuidan. Digo: Abuela. Y se envejecen. Digo: vida. Y renacen”.

María Laura Devetach gana premio Iberoamericano de literatura infantil


Comenzó su carrera en 1966 con la publicación de su libro ‘La torre de cubos’. EFE
  • La escritora tiene más de setenta títulos en su haber
Los jurados premiaron la trayectoria de Devetach dedicada a la creación de literatura para el público joven
BUENOS AIRES, ARGENTINA (21/SEP/2010).-   La escritora argentina María Laura Devetach fue galardonada hoy con el Premio Iberoamericano SM de Literatura Infantil y Juvenil, que en su sexta edición reconoció la extensa trayectoria de la veterana autora de literatura dedicada al público más joven.

Devetach (Reconquista, Santa Fe, 1936) comenzó su carrera en 1966 con "La torre de cubos", y desde entonces ha publicado más de setenta títulos en Argentina, Cuba, Estados Unidos, Alemania, México y República Checa, que le han valido importantes reconocimientos, como el Premio Casa de las Américas en 1975.

Este galardón, que cuenta con una dotación económica de 30 mil dólares, reconoce la capacidad de Devetach de "cultivar distintos géneros con un tratamiento literario de la realidad sin condescendencias y un uso del lenguaje con un estilo propio que se mantiene vigente a lo largo de diferentes generaciones de lectores", afirmó la portavoz del jurado y catedrática de la Universidad de Valencia, Gemma Lluch.

Marina Colasanti, periodista etíope asentada en Brasil desde 1948, y Agustín Fernández
Paz, docente y escritor gallego ganador del Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil de España en 2008, recibieron menciones especiales en este certamen organizado por la Fundación SM.

En total, treinta escritores de once países competían por este galardón, que reconoce a aquellos autores que hayan desarrollado con excelencia una carrera literaria en el ámbito del libro infantil y juvenil en Iberoamérica.

El certamen, enmarcado dentro del Plan Iberoamericano de lectura (ILIMITA), cuenta con el apoyo de la Oficina Regional de Educación de la UNESCO para América Latina y El Caribe (OREALC), y de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI), entre otros, con el objetivo de fomentar la integración cultural a través de la educación.

En sus ediciones anteriores, fueron premiados los escritores españoles Juan Farias y Montserrat del Amo, la colombiana Gloria Cecilia Díaz, el brasileño Bartolomeu Campos de Queirós y la argentina María Teresa Andruetto.


PRIMERA REVISTA DIGITAL DE TEATRO EN VENEZUELA

EL NIÑO ESPECTADOR.
Por Nora Lía Sormani
      El teatro se hace entre los que están abajo y los que están arriba del escenario. Si el barrilete vuela,  si se produce el hecho de comunión es porque se hizo de a dos, no lo puede hacer solamente el actor, sin el público.
Alfredo Alcón
                                                                      
Nos referiremos aquí exclusivamente a las relaciones del niño con el texto espectacular y dejaremos de lado por un tiempo las referencias al lector infantil. De todas formas, muchas de las observaciones que haremos a continuación son válidas también para el texto dramático. Como ya lo explicamos en el Capítulo 1, sin convivio no hay teatro. De allí que  podamos reconocer en él el principio de la teatralidad. En ese encuentro de presencias hay un tercer momento que corresponde al espacio de expectación, denominado por Jorge Dubatti “acontecimiento expectatorial”.
En el teatro infantil,  sin espectadores, es decir sin niños, tampoco hay teatro. En su actividad como espectadores los niños tienen una conducta diferente a la de los adultos.
Si bien los niños conforman una mayoría de público,  a los espectáculos infantiles concurren también adultos –los padres, abuelos, tíos, hermanos y docentes que los acompañan-. Es decir que, a pesar de que el destinatario principal es el niño, el público que asiste al convivio es de todas las edades. Este es un desafío para el teatrista, quien debe crear puestas en escena atractivas tanto para el pequeño como para el adulto.
El niño, bullicioso e inquieto, se forma como espectador de teatro a medida que asiste a los espectáculos, cada vez que cumple el rol de público y participa del acontecimiento expectatorial. En sus primeras incursiones, concurre espontáneamente, con la misma predisposición con la que va al club o a una fiesta. En principio, no participa de las “reglas” propias del convivio porque no las conoce y es ingenuo respecto de cuál debe ser su comportamiento durante la función. El niño que recién asiste al teatro no tiene conciencia de la convención teatral, de que en la escena se funda un mundo paralelo al mundo y que él es un receptor de ese “otro” mundo ficcional. Por eso, cree que está en convivio con las criaturas del mundo poético, no tiene conciencia de su condición de espectador, vive el acto poético –la obra- como parte del mundo real.
Porque la conciencia del carácter de la expectación es un saber adquirido en los espectadores avisados y cultos y, por el contrario, sucede entre los niños y los espectadores adultos ingenuos que no haya distinción entre el arte y la vida.  Muchos testimonios dan cuenta de este borramiento ingenuo de los límites entre la vida y el arte. Un caso paradigmático es cuando el niño alienta a voces al protagonista en sus acciones, le advierte de los peligros o cuando agrede al malo desde la platea y entra en diálogo con él como si su ser aconteciera en el mismo plano de realidad en el que él se ubica. Compenetrado con lo que sucede en el escenario, no distingue la condición de mundo de ficción, el paso del acontecimiento convivial al poético. Esto varía mucho, por supuesto, según las edades y la capacidad afectiva y cognitiva de cada niño y sucede porque los niños tienen mayor disponibilidad para la puesta en suspenso de la incredulidad.
Constantin Stanislavski, en su libro El trabajo del actor sobre sí mismo en el procedo creador de la vivencia escribe:
“Les relataré un caso que ilustra muy bien la relación del espectador con la escena. En una función vespertina para niños de El pájaro azul, durante le juicio de los niños por árboles y animales sentí en la oscuridad que alguien me daba codazos. Era un niño de unos diez años. ‘Dígale que el Gato está escuchando. Se ha  escondido, pero puedo verlo!’, susurró con una emocionada vocecita infantil, asustado por la suerte de Titil y Mitil. No conseguí tranquilizarlo, el pequeño se deslizó hacia el escenario y a través de las candilejas empezó a prevenir a las actrices que representaban a los niños del peligro que las amenazaba. ¿No es ésta una respuesta del espectador?”.
Stanislavski se refiere claramente a esta condición del espectador infantil, que se irá modificando con el tiempo.
¿Cuáles son las  convenciones esperadas en el adulto?
Hacer silencio cuando se apagan las luces, es decir, cuando se inicia el acontecimiento poético. Participar y compenetrarse con la obra desde la expectación, con la conciencia de que lo que sucede en escena es autónomo, pertenece al universo de lo poético y cualquier tipo de participación desde la platea, no lo va a modificar.
El comportamiento del niño en las salas es muy valioso porque, a medida que se va formando, mantiene ciertos rasgos de aquella primera conducta ingenua y genera una nueva: un juego por el que entra y sale de la ficción constantemente y con mucha facilidad. Eso lo hace más activo, perceptivo y desenvuelto que el espectador adulto.
El niño espectador evoluciona: desde su desconocimiento del estatuto ficcional del mundo poético que le propone la puesta en escena, hasta un “juego” muy hábil según el cual se deja “tomar” por el acontecimiento poético, pero a la vez se escabulle de él para seguir participando del convivio con el resto de los espectadores. Instaura  un tipo de participación muy particular. Esto explica la respuesta tan apasionada y ruidosa de los alumnos en las funciones escolares: cada uno de ellos se compenetra con el espectáculo e, inmediatamente, se sigue  interrelacionando con sus compañeros.
Los grandes creadores de la escena infantil defienden un teatro para formar espectadores y combaten aquellos entretenimientos, tan de moda durante muchos años, que exigen una participación compulsiva y homogénea a partir de una rutina de actividades especialmente provocadas. Espectáculos cuyo eje principal es hacer aplaudir a los niños al ritmo de la música, repetir o completar frases, contestar preguntas, o hacer determinadas muecas o mohines ante alguna situación. Estos entretenimientos descalifican al espectador, porque lo incentivan a un tipo de respuesta automática y masiva, no autónoma. Nos referimos al famoso: “¿Les gustó?”-que dice el actor, y cuando el público responde, los alienta a un: “¡Más fuerte!”.
Ariel Bufano expresó su rechazo a este tipo de obras como un principio fundamental de su teatro:
“Queremos que el niño se sienta espectador. Que vea el espectáculo desde la platea. El recurso del diálogo es una tradición que quisimos evitar. Respetamos sobre todo su mundo lúdico. Estimamos que los niños deben ser espectadores. No pueden ser intérpretes de teatro ni aprender textos de memoria”.
También Sarah Bianchi opinó:
El teatro no es una fiesta infantil cumpleañera ni el aula de una escuela: pretender transformarlo en una u otra cosa es desvirtuar su esencia más pura. Nunca será suficiente insistir en que es siempre y por sobre todo, simplemente teatro”. 
El mejor de los críticos:
El niño formado como espectador es un receptor ideal desde el momento en que no se somete a ningún tipo de preconcepto o prejuicio respecto de la obra que va a disfrutar. Bruno Bettelheim y Karen Zelan, en Aprender a leer, destacan que el niño es un receptor fundamentalmente emocional y por eso creemos que se entrega de manera tan apasionada a aquello que expecta.   
Lo afirma el director y teórico Peter Brook en su libro La puerta abierta:
“Un público compuesto por niños es el mejor de los críticos; los niños no tienen ideas preconcebidas, se interesan inmediatamente o se aburren con igual rapidez, y se dejan llevar por los actores o se impacientan”. 
También lo observó con lucidez Sarah Bianchi:
“Empresa de gran responsabilidad es presentarse ante una platea infantil, ávida de penetrar el misterio que se esconde tras el telón, dispuesta a entregarse a miles de posibilidades y juegos diferentes, pero al mismo tiempo, tan pura y abierta como honesta para recibir en sus manifestaciones de aprobación, rechazo o indiferencia”.

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